Los calambres musculares son dolencias bastante habituales ya que su aparición puede tener su origen en diferentes causas muy diferentes entre sí.
Lo habitual es que los calambres, que suelen darse en las piernas pero que pueden manifestarse en cualquier músculo del cuerpo, remitan simplemente con el estiramiento del músculo afectado. También es recomendable aplicar calor y masajear la zona con suavidad. Si el dolor no remite con estas técnicas y/o los calambres se repiten diariamente será necesario acudir al doctor para conocer la causa.
Aparte de los motivos asociados a un mal calentamiento o estiramientos, las causas más frecuentes de la aparición de los calambres musculares vienen dadas por hábitos de vida y la alimentación:
1. Déficit de minerales como el potasio, el magnesio, calcio, fósforo, hierro y sodio
Llevar una dieta variada y equilibrada es suficiente para acabar con los calambres musculares que vienen dados por la carencia de algún mineral. Las frutas, verduras y hortalizas son especialmente ricas en potasio; los frutos secos, el chocolate negro, las legumbres, la avena y el arroz integral destacan por su aporte de magnesio; el calcio más biodisponible (aprovechable) se encuentra en los lácteos desnatados como yogur, leche y quesos magros; el hierro que mejor aprovechamos está presente en las carnes y los mariscos de concha. Prácticamente todos los alimentos de nuestra dieta contienen cantidades relevantes de fósforo y sodio, su carencia es especialmente rara salvo que se trate de un caso patológico y si es así, no se podrá corregir sólo con la alimentación.
2. Deshidratación
Es otra de las causas por la que pueden aparecer los molestos calambres. Puede darse por beber demasiado poco, por sudoración excesiva, por estar expuestos a demasiado calor, etc. Beber entre 1,5 y 2 litros de agua al día es esencial para el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo. Cuando estamos expuestos a mucho calor y las pérdidas de agua a través del sudor son mayores es necesario aumentar esta recomendación de ingesta de agua.
3. Sedentarismo
Al caminar y ejercitar nuestro cuerpo los propios músculos masajean y estimulan los vasos sanguíneos lo cual mejora notablemente la circulación de retorno. En personas muy sedentarias la circulación se resiente y si los músculos no están suficientemente oxigenados pueden aparecer los calambres.
4. Exceso de alcohol
El alcohol deshidrata, ya que inhibe la hormona antidiurética y hace que orinemos más. Este es un efecto inmediato por lo que no sólo ocurre en bebedores habituales, sino también en personas que hayan bebido demasiado un día concreto.
Además de éstas, los calambres pueden venir dados por situaciones patológicas (como trastornos hormonales de la tiroides o la diabetes, enfermedades del sistema nervioso o pinzamientos musculares a nivel de la columna vertebral, problemas renales o circulatorios) o en situaciones fisiológicas especiales en las que los requerimientos hídricos y minerales se ven aumentados como puede ser el embarazo.