El agua es el principal componente de los seres vivos y cumple un papel imprescindible en numerosas funciones fisiológicas necesarias para la vida.
En el cuerpo humano, el agua es el principal componente representando entre el 50 y el 75% del peso corporal total. El porcentaje de agua es mayor en los bebés y va disminuyendo con el paso del tiempo.
Los nutricionistas de MenuDiet nos ofrecen una sencilla recopilación de los datos publicados por La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) en lo que se refiere al consumo adecuado de agua total en los diferentes grupos de edad, así como en etapas fisiológicas especiales como son el embarazo y la lactancia. El agua total hace referencia al agua que ingerimos, más el agua que contienen los alimentos de nuestra dieta.
Las recomendaciones sobre la ingesta de agua total, tanto en los adultos como en los casos especiales que veremos a continuación, deben ser aumentadas en casos de actividad física intensa y climas muy calurosos o secos, así como en determinadas enfermedades, grandes quemaduras, etc.
Estas recomendaciones son adecuadas para unas condiciones de temperatura, humedad y actividad física moderada.
Ingesta de agua en adultos sanos
El consumo adecuado de agua total en la mujer adulta debe rondar los 2 litros y en un hombre adulto los 2,5 litros.
Ingesta de agua en niños
La leche es el único alimento natural que permite por sí solo, cubrir las necesidades de los mamíferos durante largos períodos de tiempo, siendo a su vez un producto muy rico en agua que constituye el 88% de su composición.
- Los lactantes no necesitan agua suplementaria.
- De los 6 a los 12 meses, los requerimientos de agua del bebé se estiman en 0,8 litros/día. Durante el primer año de vida es aconsejable el uso de agua mineral natural en la preparación de biberones y papillas, ya que gracias a su pureza original no necesita nunca ser hervida para un consumo seguro.
- A partir del año, las recomendaciones se acercan a las de los adultos estando el consumo total adecuado entre el 1,3-1,8 litros.
- De los catorce años en adelante, el consumo de agua total debe rondar los 2-2,5 litros, igual que en adultos.
Ingesta de agua en edad avanzada
Al envejecer la proporción de agua del organismo disminuye, representando en ese momento tan sólo el 60% del peso corporal en los hombres y el 50% en las mujeres. Algunas consecuencias del paso de los años como son la pérdida de percepción de la sed, disfunción de los riñones o del tracto digestivo, hacen que sea necesario asegurar un aporte de agua adecuado, y en ocasiones ligeramente aumentado, en las personas de edad avanzada.
- De 2 a 2,8 litros de agua total al día tanto en hombres como en mujeres.
Conviene insistir en la necesidad de que beban, aunque no tengan sed y que realicen la ingesta de agua de forma gradual a lo largo del día.
Ingesta de agua en embarazo y lactancia
El aumento de peso debido a la formación de nuevos tejidos en el embarazo y la producción de leche en la lactancia, dan lugar a un aumento en los requerimientos fisiológicos de agua en la mujer.
- Una mujer embarazada necesita un aporte de unos 2,5-3 l/día de agua para la formación del líquido amniótico y para el crecimiento del feto, asegurando los 3 litros de agua total durante los dos últimos trimestres de embarazo.
- En el periodo de lactancia, también deben asegurarse los 3 l/día de agua total al día con el objetivo primordial de garantizar que la leche materna es la adecuada para el bebé y que se preservarán la salud tanto de la madre como del niño.
Consecuencias de la deshidratación
En ocasiones el consumo de agua cotidiano por debajo de los niveles recomendados no tiene porqué conllevar un riesgo inmediato, debido al amplio margen de ingestión que es compatible con un estado normal de hidratación.
La ingestión mínima de agua total se estima en 1,2 litros. Esta cantidad es suficiente para prevenir los efectos graves de la deshidratación, especialmente los efectos agudos como trastornos funcionales y metabólicos.
Sin embargo, hemos visto a lo largo del artículo que las recomendaciones adecuadas para asegurar el funcionamiento óptimo del organismo, son superiores a estos niveles por lo que cabe destacar, que la deshidratación crónica aumenta el riesgo de padecer cáncer de vejiga y litiasis renal.
Las consecuencias de la deshidratación a corto plazo son muy variadas, implicando distintos aspectos en la salud y el bienestar de las personas, como puede ser una disminución del rendimiento físico e intelectual, alteraciones motoras, menor tolerancia a la temperatura ambiente, cansancio, cefaleas y posibilidad de muerte por golpe de calor o paro cardiaco.
Vista la peligrosidad de una ingesta inadecuada de agua, debemos tratar el agua un alimento más de nuestra dieta sana, dándole la importancia que se merece y asegurando las cantidades adecuadas.
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