Los excesos del verano en ocasiones consiguen hacer estragos en nuestra silueta. Si la subida de peso sólo se refleja en la báscula no hay motivo de preocupación, pues esta subida se deberá en gran medida a una mayor retención de líquidos debido al descontrol de bebidas y comidas durante estos meses de calor.
Sin embargo, si nos cuesta abrochar nuevamente los botones de las camisas y vaqueros de nuestra ropa de otoño es hora de ponerse manos a la obra, pues es señal de que hemos acumulado grasa corporal durante esta etapa y es primordial deshacerse de ella de una forma adecuada
¿Cómo podemos actuar en este caso?
- ¡No optes por comprar ropa nueva de una talla mayor! Es el primer paso para acomodarse con esos nuevos kilos de más y no podemos permitirlo. Seguro que en el armario tenemos ropa de otras temporadas o prendas más holgadas que podemos ponernos durante estas primeras semanas de dieta.
- No pienses en hacer dieta para quitarte esos kilos ¡piensa en cuidarte! Y evita dietas rápidas, desequilibradas o demasiado restrictivas pues acabarás por crearte un problema de metabolismo que a la larga, no te permitirá adelgazar ni siquiera comiendo muy poquito.
- Comenzar el día con un buen desayuno es un placer, y además es una forma estupenda de obtener la energía que necesitamos para comenzar el día. Si consigues mantener el equilibrio adecuado de insulina y azúcares en sangre desde primera hora, evitarás la ansiedad a lo largo del día.
- A media mañana hay que hacer una comida para mantener este equilibrio de insulina y azúcar que nos permite mantener a raya la ansiedad. Los horarios de trabajo y el ajetreo diario suelen complicar esta toma pero existen muchas opciones para aquellos que están muy atareados. Por ejemplo, un yogur bebido (desnatado y edulcorado) se puede tomar en unos segundos sin ni siquiera tener que separarse del ordenador. Para los que tengan que hacer esta toma en un bar o cafetería sería ideal optar por un zumito de naranja natural que puede acompañarse con unas lonchas de fiambre magro que podemos llevarnos de casa envueltas en un trozo de papel de plata. Para la merienda, podemos elegir macedonias de frutas con yogur, sándwiches vegetales, biscotes de pan con fiambre
variar estas tomas es bueno para evitar la monotonía.
- Las comidas y cenas deben ser apetecibles y acorde a tus gustos. Si cuando nos ponemos a dieta tendemos a hacer siempre preparaciones muy sencillas nos aburriremos rápidamente y la tentación de volver a los hábitos inadecuados será muy grande. Las preparaciones ligeras de legumbres y pastas tomadas al mediodía al menos un par de días por semana son muy reconfortantes. La base de tu dieta deben ser las verduras cocinadas de diferentes formas y bien condimentadas, así como los segundos platos a base de pescados, carnes magras y huevos.
- Puede que después de tantas semanas de descontrol nos cueste más evitar el picoteo, sin embargo a los pocos días de normalizar tu dieta notarás como la sensación de hambre y ansiedad fuera de las comidas tiende a desaparecer. Durante los primeros días, si sientes hambre no debes sufrirlo sino elegir un alimento ligero para paliar esa sensación con pocas calorías. Puedes optar por yogures desnatados, unas lonchas de fiambre pavo, fruta, infusiones o encurtidos como los pepinillos en vinagre.
- Si el hambre es nocturna hay que tener cuidado, pues durante las horas de sueño el cuerpo quema menos calorías y existe el riesgo de acumular las calorías extra en forma de grasa. Para esto existe un truco muy eficaz que es elegir alimentos proteicos como el pavo o el yogur desnatado edulcorado, en lugar de optar por frutas (que tienen azúcares) o algún otro alimento rico en carbohidratos (como pan, galletas o cereales).
- Hacer algo de ejercicio diario no sólo te ayudará a quemar calorías y grasa, también conseguirá aumentar tu musculatura y con ello tu metabolismo se volverá más activo, de modo que tu tendencia a coger peso se verá notablemente reducida. De este modo, y haciendo una dieta adecuada, podrás hacer frente a los eventos y días sociales en los que la bebida y la comida son abundantes sin miedo a recuperar el peso perdido.
- Beber 2 litros de agua al día es importante (8 vasos). Conviene repartir la ingesta de agua a lo largo del día para evitar sobrecargas en los riñones. Un vasito en las comidas ayuda a mejorar la digestión y a aumentar la sensación de saciedad. Esto nos ayuda a eliminar toxinas de forma natural y trae consigo grandes beneficios como por ejemplo la mejora del tránsito intestinal. Las infusiones o unas gotitas de limón en el agua nos ayudarán a alcanzar esa cantidad de agua.
- Comer despacio, tranquilo y relajado es esencial para que el cerebro reciba la sensación de saciedad. Debes darte al menos 30 minutos para las comidas principales.
Siguiendo estos sencillos consejos, enseguida notaremos una bajada de volumen importante debido a la pérdida de grasa corporal. En este punto, no sólo podremos volver a ponernos la ropa de la temporada pasada sin sentirnos apretados, sino que notaremos grandes mejorías interiormente. Al estar bien nutridos, nos encontraremos más activos, con mayor capacidad de concentración y rendimiento, más ligeros y con digestiones menos pesadas.
Una mejora en el aspecto físico unida a esa sensación de bienestar, nos empujará sin duda a seguir con estos hábitos saludables en nuestro día a día sin tener la sensación de estar haciendo un esfuerzo por mantener la línea.