Cada día son más las personas que rechazan los edulcorantes artificiales por el hecho de que son sustancias químicas. El aumento casi imparable de las enfermedades crónicas relacionadas con los hábitos de vida en estos últimos años, está haciendo que gran parte de la sociedad comience a valorar cada día con más ahínco los beneficios y la capacidad de prevención de una dieta en la que predominen los alimentos de origen natural.
Muchos clientes nos comentan que usan el azúcar en cantidad moderada en lugar de recurrir a la sacarina, el aspartamo o incluso la stevia (que es de origen natural), ya que confían más en un producto de toda la vida que en este tipo de soluciones. Sin embargo, no debemos perder de vista que el azúcar blanco es natural sólo hasta cierto punto, ya que en la industria lo que hacen para clarificarlo y refinarlo es someterle a un proceso de purificación química con sustancias procedentes del azufre. Llevará por tanto, químicos en su composición.
Algunos de nuestros usuarios, muestran cierto rechazo hacia el azúcar blanco y nos comentan que están usando el azúcar moreno por ser una alternativa más sana. En teoría, el azúcar moreno es un azúcar mínimamente procesado por lo que no debe haber restos de químicos en su composición como ocurre con el azúcar blanco. Sin embargo son muchas las marcas comerciales que a la hora de comercializar este tipo de azúcar recurren a una técnica engañosa, que consiste en partir de azúcar blanco y maquillarlo con una capa externa de melaza o colorantes de color oscuro. Un truco para comprobar si el azúcar moreno que compramos es de verdad ese producto o si se trata de azúcar blanco maquillado podemos hacer una prueba muy sencilla, que consiste simplemente en echar una cucharadita del azúcar en un vaso de agua y removerlo. Si el agua se tiñe y el azúcar se queda blanco, significa que no estamos consumiendo azúcar moreno de verdad.
La otra tendencia mayoritaria de los amantes de lo natural es elegir la miel como edulcorante. En este caso, se trata de una opción bastante más acertada ya que la miel es un producto mínimamente procesado y habitualmente se usan técnicas físicas (y no químicas) para limpiar y preparar la miel para el consumo. La miel además, lleva azúcares pero contiene muchas otras sustancias beneficiosas para nuestro cuerpo como potasio, calcio y fósforo. Su contenido en agua, hace que los hidratos de carbono no se encuentren tan concentrados y por tanto, su contenido calórico es menor que en el caso de los azúcares.
Otro error muy común es pensar que la fructosa (que la conocemos como el azúcar de la fruta) es más sana que otros edulcorantes porque es natural, pero nada más lejos. La fructosa que encontramos en los supermercados en forma de polvo blanco suele obtenerse del jarabe de maíz y se somete a un intento tratamiento químico para poder ofrecerla en esta forma comercial. Está totalmente desaconsejada en diabéticos y en personas con sobrepeso, y no recomendamos usarla como edulcorante habitual si queremos consumir comida sana a domicilio.
La stevia es una planta con capacidad edulcorante. Es aún poco conocida y los estudios sobre su consumo son escasos, pero sí parece una opción bastante natural y segura tomada en pequeñas cantidades (el abuso puede provocar toxicidad ya que los principios activos de algunas plantas son realmente potentes). Es apta incluso para diabéticos y personas con gran tendencia a candidiasis ya que no alimenta a los hongos. Es un edulcorante que se puede fabricar de una forma totalmente natural a base de técnicas como la maceración y posteriores técnicas mecánicas como los filtrados, cristalización, etc. Sin embargo, si puede haber empresas que hagan uso de algún químico para forzar ciertos procesos. Algunos herbolarios y tiendas especializadas ya ofrecen la posibilidad de comprar la planta de stevia para cultivarla y mantenerla en casa, de forma que podemos fabricar nosotros mismos este edulcorante.