Cada vez somos más las personas que nos preocupamos por llevar un estilo de vida saludable, dentro del cual, la alimentación cobra un papel realmente importante. Lo que comemos influye en el desarrollo o la prevención de patologías muy diversas.
La optimización de la salud engloba también la salud mental, la cual se puede ver dañada con obsesiones excesivas tratando de alcanzarla.
Una preocupación por una alimentación saludable deja de ser adecuada al pasar convertirse en algo obsesivo, conllevando aislamiento social, cambios de humor, restricciones alimentarias exageradas, etc. Todo alimento es observado con lupa, los alimentos BIO se vuelven la panacea y comer fuera de casa, todo un peligro. Este trastorno de la conducta alimentaria es conocido como ortorexia y es cada vez más habitual por lo que detectarlo resulta fundamental para mejorar sus síntomas y con ello la calidad de vida de las personas que puedan sufrirla.
Y es que la gran cantidad de datos que nos llega a veces puede hacernos sentir que "Todo está mal", los lácteos para unos, los carbohidratos para otros, el ayuno ¿sí o no?, ¿y el gluten?, la información recibida por aquellos a quienes les interesa la alimentación puede ser contradictoria, alarmista, y generar miedo hacia determinados grupos de alimentos.
Como nutricionista especialmente preocupada por la salud y el bienestar de la población general, siempre tiendo a escoger y a animar a escoger siempre opciones beneficiosas para el organismo, pero trato de no demonizar ningún alimento (salvo excepciones, eso está claro).
Creo firmemente en la educación alimentaria; creo que el saber es poder, poder de decidir y elegir así lo que más nos conviene, basar la alimentación en muchas frutas, verduras, fuentes de proteínas adecuadas, completándolo con carbohidratos diversos de la mejor calidad posible en las cantidades que cada uno pueda necesitar.
Y profundizar, o restringir determinados grupos de alimentos sólo si es favorable para la persona y siempre y cuando su alimentación de base sea ya saludable, completa y adecuada. Ya que siempre será más importante comer alimentos y no productos, que centrarnos en no comer gluten y descuidar las fuentes nutritivas de las ingestas que hacemos.
Sí, todo tiene matices, habrá personas a quienes le convenga más una alimentación de un tipo u otro, que sus creencias les hagan escoger unos alimentos frente a otros, o que su economía/tiempo o disponibilidad dirija sus elecciones hacia una u otra opción.
Y aunque es importante saber lo que nos conviene dentro de nuestras posibilidades e informarnos es fundamental, no podemos perder de vista que aunque una manzana sin pesticidas pueda ser mejor que una de cultivo normal, siempre será mejor tomar fruta que no tomarla, con todos los beneficios que ésta reporta para nuestra salud.
Una compra bien hecha ayuda, y mucho, los ultraprocesados no deberían aparecer en nuestros carritos, pero una patata frita aislada en una terraza con tus amigos un día de verano puntual no va a hacerte daño alguno si te apetece y el resto de tu vida es saludable.
Huyamos del miedo, y del perfeccionismo, centrémonos en nutrirnos bien, en encontrar el equilibrio, y cuidarnos en general, tanto la alimentación como la paz mental, con un buen descanso, un entorno social sano que nos llene, actividades que nos hagan felices, y por supuesto, realizar ejercicio físico de forma regular.