No hay duda de que algunas deficiencias nutricionales están asociadas a la infertilidad sin embargo en ocasiones, especialmente en el caso de la infertilidad femenina, los problemas de fertilidad que aparecen en la edad adulta tienen su origen en la alimentación durante la niñez o la adolescencia.
Una alimentación insuficiente en la niñez dará lugar a un desarrollo somático inadecuado, que además de afectar a la fertilidad, determinan ciertas dificultades en el parto. Un ejemplo muy conocido es la gran mortalidad en los partos de las mujeres y fetos durante la revolución industrial, debidos al mal desarrollo de la pelvis en las mujeres que habían sufrido raquitismo (falta de vitamina D) en su niñez.
Hoy en día, preocupa especialmente la nutrición de las chicas adolescentes que movidas por modas y ciertos cánones de belleza caen en los llamados trastornos de la alimentación (los más conocidas son la anorexia y bulimia nerviosa). La subnutrición en chicas adolescentes consigue retrasar la llegada de la menstruación, lo cual impide el desarrollo y la maduración sexual adecuados que impiden la función reproductora normal en la edad adulta.
Las consecuencias de los citados trastornos de la alimentación son crecientes también en las mujeres adultas, sin embargo, si la mujer al inicio de la enfermedad tenía un desarrollo sexual normal las consecuencias serán menos graves que en el caso de las adolescentes. En este caso, lo que se produce es la amenorrea (pérdida temporal de la menstruación) por lo que cesan los ciclos hormonales. En este momento la mujer es estéril y no existe posibilidad alguna de concebir, sin embargo es un proceso reversible y normalmente estas mujeres recuperan su capacidad reproductora cuando alcanzan nuevamente un peso normal (superior a un IMC de 18,5 - 19).
El otro extremo es la temida obesidad un problema cada vez más creciente en nuestra sociedad debido al sedentarismo y al excesivo consumo de alimentos industriales, y que también consigue afectar a la fertilidad femenina y/o dificultar el periodo de gestación y el parto.
Es especialmente importante, que todas las mujeres que se propongan perder peso como antesala a su embarazo se pongan en manos de un profesional de la nutrición, con objetivo de perder el peso de forma sana sin necesidad de agarrarse a una dieta demasiado restrictivas o desequilibradas que puedan afectar negativamente al feto una vez se produzca la concepción. A este respecto preocupa principalmente el ácido fólico (vitamina B9), pues si los niveles de acido fólico están bajos en la mujer cuando se queda embarazada (puede ocurrir tras el seguimiento de dietas inadecuadas) el plegamiento del tubo neural del embrión se verá afectado durante el primer mes de gestación, provocando un problema ya irreversible en el niño (espina bífida).
El seguimiento de una dieta equilibrada y ordenada a base de alimentos naturales es el único secreto para mejorar la fertilidad femenina siempre y cuando el problema derive de una situación de malnutrición o exceso de peso.
Con la dieta equilibrada el cuerpo recibe todos los nutrientes que necesita y consigue aprovecharlos con gran eficiencia si se ordenan adecuadamente todas las comidas del día, por lo que es la mejor herramienta a la hora de preparar el cuerpo de la mujer para un periodo tan especial y con tantos requerimientos como es el embarazo.
No podemos dejar de hacer mención a la importancia que tiene la alimentación de los más pequeños para su correcto desarrollo. Animo a las futuras mamás a que le den gran importancia a la educación alimentaria de los más pequeños para evitar problemas en su desarrollo a corto y a largo plazo, pues como hemos visto una alimentación inadecuada en la niñez o adolescencia de las mujeres puede determinar su fertilidad.