El embarazo es una etapa vital crítica para la mujer y el bebé. Durante la misma, se producen una serie de cambios fisiológicos y anatómicos en la madre fundamentales para poder hacer frente a las necesidades de ambos en el transcurso de las 40 semanas que, aproximadamente, dura la gestación.
Mantener una adecuada alimentación y suplementación a lo largo del embarazo es esencial para no comprometer la salud del futuro bebé, quien necesita recibir todos los nutrientes necesarios para su correcto desarrollo.
La suplementación con ácido fólico es, probablemente, la recomendación más conocida en población gestante, y una de las más importantes.
¿Qué es y para qué sirve el ácido fólico?
En primer lugar, conviene diferenciar entre folato y ácido fólico, pues es común confundir y utilizar indistintamente ambos términos. Aunque estos compuestos (conocidos también los dos como vitamina B9) comparten las mismas funciones, debemos aclarar que el folato es la forma que se encuentra naturalmente en ciertos alimentos, mientras que el ácido fólico se produce de manera sintética en los laboratorios, con el fin de utilizarse como suplemento vitamínico o para enriquecer ciertos productos alimenticios.
La vitamina B9, independientemente de su origen, es fundamental para la formación de glóbulos rojos, encargados de transportar el oxígeno a las células del cuerpo, así como para la síntesis del ADN. Este micronutriente cobra especial importancia durante la etapa de gestación, pues unos niveles bajos del mismo incrementan el riesgo de que el embrión presente defectos del tubo neural, la estructura a partir de la cual se origina el sistema nervioso central (encéfalo y médula espinal).
Una ingesta adecuada de esta vitamina, además, reduce la tasa de labio leporino y de cardiopatías congénitas en el bebé, la anomalía más frecuente. Recurrir a la suplementación en este periodo también se ha relacionado con una reducción del riesgo de leucemia linfoblástica aguda infantil en un 60% y con una disminución de los niveles sanguíneos de homocisteína (un aminoácido no esencial) y, por tanto, del riesgo de preeclampsia (forma de hipertensión arterial que puede aparecer durante el embarazo).
¿Cuánto ácido fólico hay que tomar durante el embarazo?
Aunque estas indicaciones deberán ser facilitadas por el profesional médico en cada caso, se recomienda de manera generalizada que todas las mujeres se suplementen con, al menos, 0,4 mg de ácido fólico al día, debiendo ser superior la dosis (unos 4 mg/día) en aquellas con antecedentes de defectos del tubo neural.
Si es posible, es aconsejable que se inicie la suplementación un mes previo a la concepción y que se mantenga hasta, como mínimo, el final del primer trimestre del embarazo. Es importante incidir en que la suplementación debe ser diaria y tomarse de forma ininterrumpida durante este periodo.
Además de la suplementación, es interesante que la futura madre incremente el consumo de alimentos ricos en folato. Las verduras de hoja verde (espinacas, acelga, berros); la levadura; el hígado; las legumbres y los champiñones, por ejemplo, son buena fuente de esta vitamina.
Seguir una alimentación saludable y equilibrada es fundamental en todas las etapas de la vida, pero antes y durante el embarazo debe vigilarse especialmente para no comprometer el desarrollo del feto.
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