Hoy 15 de febrero es el Día Internacional del Cáncer Infantil, un día muy señalado por ser un colectivo que despierta especial interés en todos los profesionales sanitarios debido a la dureza de la enfermedad y a la inocencia e incomprensión de los pacientes que lo sufren.
Como datos esperanzadores podemos decir que el cáncer infantil es una enfermedad poco común y que la mortalidad de los afectados es relativamente baja, sin embargo los niños que superan un cáncer infantil deberán tomar algunas precauciones especiales a lo largo de toda su vida como serán las revisiones médicas más frecuentes y completas, la alimentación sana, evitar la exposición al sol o los hábitos tóxicos.
Cuando a un niño se le diagnostica un cáncer la importancia de llevar una alimentación completa y saludable se multiplica, ya que no pretendemos sólo que el pequeño coma bien durante el tratamiento, sino que debemos inculcarle unos hábitos saludables de por vida.
Los alimentos más destacados por su eficacia para paliar el estrés oxidativo de nuestras células son las frutas, las verduras, las legumbres y los cereales integrales. Las frutas, las legumbres y los cereales integrales (en forma de arroz, pasta integral, galletas, pan, cereales integrales como ingrediente en una papilla ) son alimentos que se pueden incluir de forma sencilla en la dieta de un niño pero las verduras son un grupo de alimentos muy conflictivo para ellos.
Los niños, en especial los niños con cáncer, deben recibir una educación alimentaria sutil pero continuada desde bebés. Con tan sólo ver cada día que todos los adultos de su entorno acostumbran a tomar una ración de verduras en cada comida principal es mucho más probable que el pequeño no rechace estos alimentos cuando empiece a verlos en sus platos.
¿Cómo inculcar al niño unos hábitos saludables?
El primer paso es organizar los menús familiares de forma sana y equilibrada con gran presencia de verduras y frutas. Los papás y hermanos mayores deben incluir cada día y en cada comida principal una ración de verdura (puede ser como plato en forma de crema o salteado de verduras, como guarnición ya sea cruda o cocinada, como ingrediente en un plato de arroz o pasta, en forma de ensalada para compartir ).
Es importante que los niños se sienten a la mesa con su familia para comer todos a la vez sin estímulos externos como la televisión, haciendo de la comida y/o cena un rato de charla agradable y distendido para el niño.
A edades tempranas los niños aceptan mejor las verduras camufladas en sopas, cremas o guisos por lo que ellos deben empezar así. El interés por ir probando los alimentos que ve en los platos de sus padres suele llegar solo, no obstante la labor de los padres es también despertar o fomentar ese interés del niño. Siempre las aceptarán mejor si están bien condimentadas y se les ofrece en trocitos pequeños.
Si muestra interés por un alimento, por ejemplo una ensalada, es el momento de empezar a incluir de forma habitual una pequeña guarnición en sus platos de forma de ensalada en este caso.
Hay que hacer gran hincapié en el consumo de frutas formando parte indispensable en el desayuno, como postre en las comidas principales y en la merienda. Hay que ponérselo fácil y ofrecérselo en zumo, en forma de brochetas, macedonias o simplemente la fruta recién pelada y troceada en un plato.
Los padres deben mostrar su postura firme ante los alimentos conflictivos (snack, dulces, embutidos grasos, precocinados para freír, comida rápida, refrescos, bollería ). El niño debe comprender desde pequeño que ese tipo de alimentos sólo se pueden tomar de vez en cuando.
Las frutas, los bocadillos de fiambres magros como el jamón york o serrano y los lácteos son opciones que deben aparecer en las comidas de entre horas, sin olvidar los zumos naturales y dejando de lado los bollitos, galletas, cremas de cacao, etc. Estos alimentos más golosos pueden incluirse como merienda los fines de semana y sólo si el niño lo pide insistentemente.
En casos de niños muy rebeldes no debemos bajar la guardia, debemos continuar con estás prácticas familiares pero mientras, es importante que el pequeño vaya comiendo verduras sin saberlo de modo que es labor de los padres hacerlas invisibles. Algunas ideas:
- Elaborar de forma casera a partir de tomates naturales, cebollas y ajo la salsa de tomate para la pasta, arroz a la cubana, carnes o pescados, etc. Como es trabajoso elaborar la salsa casera puedes hacer una gran cantidad y así, podrás congelar varias raciones en tarritos para próximas comidas.
- Hacer un gran sofrito para las sopas (ajo, zanahoria, puerro, cebolla
) pasarlo por la batidora para que no sea visible y añadir a continuación el caldo (nunca en pastillas) y los fideos o la pasta elegida.
- El truco para los arroces es similar al anterior, hay que pasar el sofrito por la batidora, volver a ponerlo en la cazuela, añadir el arroz en crudo y cubrir con agua o caldo.
- Cocinar las legumbres con verduras también es buena opción, se pueden batir como en los casos anteriores o simplemente picarlas muy finitas para ir valorando continuamente su tolerancia a estos alimentos.
- Poner un toque de verdura en las preparaciones que le gusten al niño es una buena idea. La comida tipo pizzas o hamburguesas no son malas si las elaboramos en casa. Aprovecha estas preparaciones caseras para añadir por ejemplo una daditos muy pequeños de champiñón a la pizza y unas hojas de lechuga o un poco de tomate natural a la hamburguesa, es una buena forma de que se familiarice y de que compruebe que aun estando presente ese ingrediente le gusta el plato.